miércoles, 22 de abril de 2009

Bam-Bam Miranda

“El cuarteto y el merengue son parientes”
Hace tres años, el percusionista peruano Bam Bam Miranda agitó el under local con Guarango, una formación que impuso al jazz latino como cita obligada los jueves por la noche.
Aunque llenaba cada vez que se presentaba en el 990 Arte Club, el hombre por detrás de los tambores de Carlitos “Mona” Jiménez tuvo que interrumpir el rito por sus compromisos. Es que no sólo tuvo que responder a la abultada agenda del “cordobés más famoso” sino que se puso a disposición de cada colega que requiriera sus servicios.
Su filantropía está demostrada en la cantidad de discos en los que tocó como sesionista durante el año pasado: La argentinidad al palo, de Bersuit; Verse negro, de Willy González; Fuego amigo, de Willy Crook; Grasas totales, de Los Caligaris; Espíritu, de Los Carabajal, y Orly, por la vuelta. Selección dorada, de Los Chicos Orly.
Bam Bam, lejos de estar liquidado, ahora quiere volver a pensar en sí mismo. Por eso, reunió a Guarango, que tocará el domingo en el recinto que lo abrigó siempre: el 990. “Tengo necesidad de evitar una muerte súbita por exceso de ‘tunga tunga’”, dice Miranda en el arranque del diálogo con La Voz del Interior.
–¿Te aburre el cuarteto?
–No, pero como soy un obrero de la música, necesito tocar varios géneros. Para mantenerme en training, necesito diversificar. A mí me gusta todo lo que tenga que ver con la música negra. Y los géneros que más me gustan son el son, el jazz latino y la música afroperuana. Esperé tres años y medio para volver con Guarango porque no encontraba el bajista en Córdoba. Lo encontré hace tres meses.
–¿Quién es?
–Roberto Gorn. Lo conocí en Córdoba. Me lo llevaron a casa. Con él encontré un músico, arreglador y técnico de grabación. Su hallazgo me entusiasmó para juntar a los viejos de Guarango. Además, convoqué a Toño Arroyo, que era pianista de LF, que está tocando muy bien. La nueva formación tiene un color parecido a la de antes, pero no el mismo. No hemos dejado de lado el latin jazz sino que lo hemos ampliado, incorporando la música folklórica cubana. De acuerdo a nuestra formación, vamos a las guajiras, a los sones. Todo muy tradicional, sí, pero armonizado a 2005. También nos metemos con algunos valses muy viejos.
–¿Te sentís un mito, Bam Bam? Te lo pregunto por los gestos devocionales que los músicos tienen hacia vos.
–No me doy cuenta de eso. Tengo relación artística y afectiva con los colegas. Es que los conocí a todos cuando se estaban iniciando. Venía con un currículum amplio, fui sesionista mucho tiempo... Y el agua busca su propio nivel. En el país de los cíclopes, el tuerto es ciego.
–Recordá en qué circunstancias llegaste a la Argentina.
–A mí me trajo (Alejandro) Lerner, en el ’85. Me conoció en Nueva York, cuando gané un Grammy con la orquesta de Machito Gil. Él salía con una chica peruana amiga mía, Cecilia Noel, y un buen día me llamó a Lima para integrar su banda. Giro con él en el ’85. Después me iba a ir, pero me enganchó Liliana Vitale. Después me iba a volver a ir, pero me enganchó Juan Carlos Baglietto. Y así todo el tiempo. Luego, armé La Banda Latina con Willy González; y junto a él, más Frankie Rivero, Daniel Volpini, el Pollo Raffo, mi hermano Manuel y Víctor Skorupsky armamos Monos Con Navaja. En fin, grabé con todos: Teresa Parodi, el Polaco...
–¿Y cómo aparece Jiménez?
–Aparece en el ’92. Yo estaba viviendo en Buenos Aires pero venía regularmente a Santa Rosa de Calamuchita por el CDM (Centro de Divulgación Musical). Empecé a respirar otros aires en Santa Rosa. Y así que fue que fui a un baile de Carlos. Yo era medio prejuicioso; al punto, que decía “cuarteto no voy a tocar nunca”. Pero cuando vi a la Mona, y a ese gran disco humano girando en el medio de la pista, empecé a escuchar internamente un montón de tambores. Luego investigué, y me enteré que el cuarteto y el merengue están emparentados; que tienen la misma edad, incluso. Están emparentados desde sus raíces latinas e hispanas.
–¿Cómo es eso?
–Los antecedentes del merengue también son el pasodoble, la ranchera, la jota. Lo que pasa es que la presencia de población negra en República Dominicana le cambió el bajo por el tumbao. Acá, Leonor Marzano cambió el acento al tunga tunga del pasodoble; esa acentuación determinó la creación del cuarteto. El merengue y el cuarteto estaban emparentados aun sin conocerse. Cuando supe que el cuarteto no era una mentira, empecé a buscar patrones de comparsas afrolatinas, ¡¡¡y entraron todas!!!
–A partir de la divulgación del merengue, el cuarteto se “centroamericanizó”. ¿Esa apropiación tiene calidad? ¿Cuál es tu opinión?
–Hay algunos que lo hacen bonito, pero la música no tiene que sonar bonito sino bien. Tiene que tener mugre. La orquesta que lleva la delantera de la música bailable, en el país, es la de la “Mona”.
–¿Y a quién pondrías en un segundo plano?
–Me gusta el conguero de Megatrack. Darío Vilta que está con los chicos del incendio de la gomería...
–¿Quiénes?
–La Jarra (sic). Por los humos digo lo del incendio. Vilta fue conguero del Potro Rodrigo mucho tiempo. Todos los demás están ahí nomás. El problema del músico de cuarteto es que tiene cuatro bailes por semana, vive medianamente bien de su laburo... Además, hay mucho público tan bailarín como sordo. La orquesta de Jiménez no elige a los músicos por la cara y el culito. El resto de las orquestas hacen un casting en lugar de una audición. No me emocionan los otros cuartetos.
–¿Se enseñan ritmos afroamericanos en las escuelas de música locales?
–Creo que no. Es una cuenta pendiente. El secreto de la maestría y el virtuosismo de los músicos cubanos está en haber dividido el programa de enseñanza en sus escuelas de música en 50 y 50. 50 para música clásica, y 50 música popular. Eso debería ser una normativa. Y no lo es.


sábado, 11 de abril de 2009

(1991) La Mona en Vivo `91


01 - Ahogadito
02 - El Cholulo
03 - Tocamé el Clarinete
04 - El Delfín
05 - El León
06 - El rubiecito Ariel
07 - Luis
08 - Solo Tú
09 - Nueve y Media
10 - Sabes de mi Pecho
11 - En el Centro de mi Pecho
12 - Atrevida

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